Retomo el título de una de las entradas o publicaciones de este mismo blog, que había robado de la publicación de un libro de Leslie Stevenson (Siete Teorías de la Naturaleza Humana de 1974).
Y además he querido colocarle: parte II, tal como si de una saga hollwoodense hablásemos (espero no confirmar aquello de segundas partes nunca fueron buenas), pero no quiero perder la idea de que en ese entonces comenzó con una discusión entre amigos.
Recordaba que años atrás en un afán de balancear tantos números y ciencias exactas de mis estudios de pregrado, asistía a clases de filosofía. No recuerdo exactamente el número de cursos de este tipo a los que asistí, pero si recuerdo muchas frases, teorías, planteamientos que recogíamos de grandes figuras a lo largo de la historia y que me dejaron pensando en el vacío e insignificancia de mi existencia.
Y qué mejor para recordar que revivir. Releí uno de aquellos libros, una síntesis que enmarca varios, interesantes y más influyentes planteamientos acerca del humano. El libro?, ya lo nombré: Siete Teorías de la Naturaleza Humana (Leslie Stevenson 1974).
Stevenson se pasea por Platón, el Cristianismo, Marx, Freud, Sartre, Skinner y Lorenz. Para cada uno de aquellos expone una teoría del universo (nuestro marco), teoría del hombre, un diagnóstico, una prescripción (cómo digerirlo) y una discusión crítica (puede o no, usted estar de acuerdo).
Pero sin tanto rodeo, vayamos al asunto que quiero tomar: la naturaleza de los valores humanos.
En la página 170 de la edición en español del año 99 de Ediciones Cátedra, Stevenson nos dice:
"... Platón defendió la objetividad de estos valores en su teoría de Ideas..." Hago un alto para explicar brevemente esto. La teoría de Ideas de Platón era un planeamiento en el que la realidad y lo inteligible forman nuestro Universo. Las Ideas son lo inteligible, aquello no sensible, aquello que no es modificable, aquello que es esencia y existe sea o no pensado. Por tanto para Platón los valores eran esencia nuestra, Ideas que no podemos modificar, forman nuestra naturaleza y no podemos mutarlas (continúa Stevenson) "...Skinner no encuentra el menor fundamento en aceptarlos, si no es en términos de la supervivencia de la especie. El Cristianismo afirma que los valores morales están, en última instancia, dados por Dios; Marx, Freud y Lorenz los atribuyen a las varias presiones de la sociedad , y Sartre dice que los elegimos por nosotros mismos. Estos desacuerdos son básicos, y los problemas que suscitan son principalmente filosóficos. Su estudio es de la especial incumbencia de la Filosofía moral.
Quizá sea este el lugar oportuno para llamar la atención sobre la concepción del hombre que ofrecen los grandes filósofos morales. En la Ética de Nicómaco de Aristóteles, en el Tratado de la naturaleza humana de Hume, en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres de Kant, en el Utilitarismo de Stuart Mill, y en los modernos sucesores de estos filósofos, encontramos concepciones éticas basadas en una concepción general de la naturaleza humana (como aclara explícitamente el título del tratado de volúmenes de Hume). Y aunque las bases filosóficas de estos sistemas éticos difieren en muchos respectos, podemos discernir algunas características en común. Puede decirse que dichos sistemas basan sus prescripciones sobre la vida buena o recta en ciertos hechos generales e incontrovertibles acerca de la naturaleza humana -que los hombres desean evitar el dolor, que necesitan alimento, abrigo y sociedad de otros hombres, que desean encontrar un propósito a su vida y disfrutar del placer del ejercicio de sus múltiples capacidades, libres de interferencias..."
Obviamente, si lee usted el libro, tendrá una más profunda visión de estos planteamientos, que por cierto ha sido alimentada con tres teorías más en una nueva edición "Diez Teorías de la Natrualeza Humana", pero parece, tal como lo explica Stevenson, que los valores y la ética son parte fundamental del ser humano a lo largo de todos los tiempos. Excepto por Sartre en cuya "condena a la libertad" debe agregar los valores a otra forma o expresión de libertad, todos los pensadores concuerdan en lo importante de los valores como medio efectivo para nuestras relaciones interpersonales. Incluso Skinner lo sostiene como una adaptación de subsistencia como individuo o especie (creo haber tocado este punto en otra entrada: el hombre ha perdido su conciencia como especie).
Entonces si los fundamentos filosóficos de nuestra historia, aquellos que definen lo que somos hoy (al menos para el mundo occidental) coinciden en dar importancia a un capítulo ético, por qué se cumple aquella metáfora que dice que nuestros tiempos son los pies de barro de un gigante cuya cabeza de oro y torax de bronce fue desarrollada de nuestros predecesores griegos.
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