Hace unas semanas estaba yo sentado al final de un pasillo leyendo un poco. No era éste precisamente el final físico de este pasillo. Había sido cortado donde yo me ubicaba, ya que del otro lado se hacía un evento
privado, no abierto al público.
Aunque el pasillo había sido cortado para el paso regular y cotidiano de las personas, que además frecuentemente lo usan, se había abierto otro paso no muy lejos para no traumar la rutina de muchos.
Sin darme cuenta alguien me pregunta:
-¿Se puede pasar por aquí?
Evidentemente le respondí:
- Bueno parece lógico que no se podrá.
Además de la cinta que bloqueaba el paso, había una serie de anuncios que indicaban que no se podía y el grupo de gente allí daba más que suficientes elementos para concluir que no se puede y no se debe pasar.
Ella me responde:
- Bueno sí... claro..., pero ¿se puede pasar?, ¿alguien me dirá algo?
Es decir, digo yo, lo importante no es que no se pueda pasar (o no se deba pasar) es que si paso alguien me llamará la atención.
Hace unas semanas, también, se profundizó más en el caso Armstrong. Como dicen generaciones anteriores "cuando el río suena, es porque piedras trae".
Aunque no se ha entregado una prueba contundente, concluyente e irrevocable; los testimonios, investigaciones, medios, etc han llevado a una acusación y castigo que ni el propio Armstrong ha negado.
Es más a tono desafiante el protagonista a publicado una foto descansando al lado de los 7
maillots amarillos ganados en esas 7 increíbles vueltas, y luego ha dicho "que nadie llore por mí, estaré bien".
Se ha colado que la medida es injusta porque en ese momento todo el pelotón hacía lo que Armstrong hacía, que nunca fue alcanzado en alguna prueba o contranálisis, que ha demostrado ser humano excepcional por superar el cáncer, etc.
Hace unas semanas, además incluso, se ha ido más profundo, también, en el caso del yerno del Rey de España. Se le pidió una fianza por millones de euros para no ir a la cárcel para garantizar el valor de los recursos supuestamente mal manejados por este señor.
¿Creía este señor que no sería descubierto?, o ¿que nadie sospecharía?. En un programa de opinión se decía (se opinaba) que él sabía que sería descubierto pero no harían nada contra él por ser él quien es.
No sé si he dado a demostrar el punto que quiero resaltar. En los tres casos, todos con consecuencias y repercusiones totalmente diferentes pero con grandes similitudes, se empuja el reglamento, la ley, el borde legal al límite. En todos los casos procuro algo no permitido:
- Porque nadie me ve
- Porque todos los hacen y no mi pillan
- Porque soy muy importante e influyente, y nadie se atreverá a meterse conmigo
Hemos estado conversando de este tipo de casos en este blog: ya no hay barreras éticas personales, internas, valores. Lo que tenemos es a cada individuo haciendo lo que quiere, como quiere, cuando quiere, para sus propios intereses, siempre y cuando no sea "pillado", llevando al límite los límites legales solo para no ser reprimido con cárcel o algún castigo penal, porque está claro que si el castigo es solo monetario, se incluiría en la estrategia o en los costos para seguir haciendo lo que me da la gana.
Aunque muchas teorías se han publicado (muy brevemente) en este blog acerca de la naturaleza del hombre (y personalmente creo que todas ellas tienen cierta validez, ninguna es la verdad o falsedad absoluta) creo personalmente que los tiempos, la era que vivimos, las características de la sociedad que actualmente vivimos han evolucionado de una manera que obliga también a nuestra forma de actuar a evolucionar.
Habría que desarrollar en un capítulo aparte todas esas características de esta sociedad "moderna" que han llevado a esta competencia entre humanos tan desleal y sucia que olvidamos los valores, la dignidad y el buen-hacer, pero creo que la más importante sería el quiebre del hogar/familia.
Un último dato: escuché recientemente, acerca del caso Armstrong, que se realizó una encuesta anónima entre deportistas de alto nivel en muchas disciplinas deportiva, en las que se preguntaba si tomarían una sustancia no detectable que asegurara la obtención de un primer lugar en su respectivo deporte, aun cuando no se hayan comprobado sus efectos secundarios, y solo 3 de 197 deportistas dijeron que no la tomarían.